Archive for the ‘docentes en T&I’ Category

Apuntes sobre la situación de la enseñanza de T&I

marzo 17, 2007

Para empezar, destaco este fragmento que, aunque no es muy reciente (2000), me parece interesante y válido. Seguro que somos muchos los que nos hemos preguntado alguna vez qué criterios siguen los profesores para corregir un examen de traducción (tan subjetivas, a veces, las razones…).

The method of penalization of errors must be previously established, using clear criteria, and placing emphasis on the lack of coherence, especially regarding meaning and sense, whether it is due to faulty translation, missing items or the wrong application of lexical, semantic, grammatical, graphemic and/or cultural transfer. I suggest being drastic with text omissions, but I find it important to point out to the students all the positive aspects of meaning of her/his translation. [CONSTANZA GERDING-SALAS, Teaching Translation: Problems and Solutions, Translation Journal, Volume 4, No.3 July 2000]

Con relación a lo que apuntaba en la publicación anterior, que tiene que ver con la fusión entre la Filología y la Traducción, me gustaría destacar la importancia de estudiar en profundidad todo lo que tenga que ver con las lenguas con las que trabajamos. Y cuando digo todo, es todo. He escuchado ya en varias ocasiones: ¿Para qué queremos saber quién fue el rey X del siglo Y?, o ¿Para qué le servirá a un traductor saber lo que decía Saussure acerca del signo lingüístico? Pues bien, pueden tener razón o no, según cómo se mire. En mi afán interior de buscar la flaqueza y encontrar un remedio, me encuentro con un panorama poco alentador. Para tener un conocimiento amplio de todo lo que rodea a las lenguas en cuestión, hace falta esto y más. Ya que, en definitiva, la tarea del traductor es trasladarse al lugar de origen del texto, convertirse en un personaje más dentro de ese escenario e interpretar lo que allí sucede. O lo que es lo mismo, desenvolverse en ese territorio como en el suyo propio.

Ahora bien, ¿es posible aprender tal profundidad a lo largo de la carrera? Quizá sea escaso el tiempo. O quizá los medios sean insuficientes: es evidente que necesitamos más facilidades para la movilidad, ya que es indispensable para la calidad de nuestro trabajo (más y mejores becas, acuerdos internacionales, prácticas, etc.). También es evidente que las clases prácticas -muchas en nuestro caso- deberían tener un número de alumnos razonable. Muy por supuesto, esto se soluciona aumentado la plantilla de profesores, y no dificultando el acceso. Estamos cansados de escuchar que a traducir se aprende traduciendo. Por tanto, no es lógico que se tarde el doble de tiempo en traducir un texto porque la cantidad de alumnos sea el doble de lo debido. Así, el resultado final es la dominación de una o dos versiones, que se imponen sobre las demás voces silenciosas que no tienen cabida. De ahí la importancia de ampliar y cuidar al profesorado, tan mal valorado. Por favor, cuiden sobre todo a los buenos profesores, que valen por mil.

Me gustaría poner énfasis en esta última cuestión, porque considero muy importante recibir un número de horas prácticas (reales) suficientes. Necesarias para no salir a medias, para que la traducción y/o interpretación en la carrera no sea una simple muestra del mundo que nos espera, sino una experiencia lo más amplia posible para enfrentarnos con más soltura a la dura realidad. Ahora bien, ¿qué podemos hacer los afectados para solucionar esto? ¿cómo?

Aún no se han desbordado las conexiones en mi cerebro por tener que sacar adelante traducciones y más traducciones. Siento la necesidad imperiosa de buscar y rebuscar palabras, sentidos, expresiones; leerlas, releerlas, corregirlas, que me corrijan, darles forma, por arriba, por abajo, darles la vuelta; y aún se escapa otra palabra que no encaja, mimarla, dejarla reposar, y alimentarla hasta que dé su fruto deseado. Y después, por fin, sentir ese estado de plenitud incomparable. Pura pasión, que no se agote.

Un saludo a tod@s,
Guadalupe Muñoz.

Especialización docente en T&I

marzo 3, 2007

Afortunadamente, hace unos días pude escuchar lo que tantas veces había rondado mi incesante búsqueda. En uno de los seminarios-discursos-coloquios, que tan atentos escuchamos los neófitos esperanzados estudiantes de TEI, es donde se aliviaba y recreaba mi pensamiento disperso. Porque, a decir verdad, y como es lógico, son muchos los estudiantes de primeros cursos que acuden a estas pláticas con el fin de intuir lo que será su futuro profesional; aunque están dirigidos especialmente a estudiantes de últimos cursos.

Aquello que escuché y me aliviaba lo diré explícitamente en algún momento. Voy a dejar ese camino abierto.

Si este comienzo resulta un tanto abigarrado y confuso, o no, podría quedar más claro cuando les explique lo siguiente. Todo el interés y el empeño de un estudiante de TEI por aprender a traducir e interpretar corre el riesgo de convertirse en una carrera de fondo cuyo objetivo es salir cuanto antes al mundo terrenal y enfrentarse a la realidad. Necesitamos aprender las herramientas propias y concretas del traductor, y practicar, practicar mucho. La teoría es sólo una primera fase -no menos importante-. Necesitamos conocer las dificultades concretas que encontraremos en un encargo real de traducción. Puesto que muchas veces, como acabo de experimentar no hace mucho, el problema no es encontrar la traducción más rebuscada y original. En ocasiones, el espacio limitado para indicar un mensaje de error relativo a una válvula eléctrica de recirculación no te permite hacer virguerías. Este es un ejemplo, de los muchos que podríamos enumerar.

Con todo esto quiero referirme a la necesidad de que los docentes adapten sus enseñanzas a este tipo de necesidades. En parte, esta carencia podría deberse a la falta de profesionales de la Traducción dedicados a la Docencia y, en parte, a una deficiente organización y delimitación de cada una de las asignaturas. Nos encontramos con auténticos profesionales de los que aprendemos sobremanera, pero también nos encontramos con asignaturas que bien podrían adscribirse a otras especialidades _con todo mi respeto y admiración, por supuesto_.

Muchas veces, la solución podría ser un cambio de enfoque. Por poner un ejemplo, a la hora de aprender la heterogeneidad del uso lingüístico sería importante enfocarlo desde un punto de vista diastrático y diafásico, y no tanto diacrónico. Otro ejemplo: cuando estamos estudiando la cultura y/o civilización de un determinado grupo lingüístico (sea éste una comunidad de hablantes, una ciudad o un país), debemos conocer tanto la terminología de la lengua original como la equivalencia en nuestra lengua, lo que puede parecer evidente, pero no siempre real. No podemos limitarnos a recibir estas enseñanzas en uno u otro idioma sin conocer las correspondencias, ya que podríamos encontrarnos un día con el término Sturm und Drang y traducirlo por cualquiera de sus posibilidades; o bien no traducirlo (elección oportuna), o no saber exactamente a qué concepto alude… Estos ejemplos pueden resultar banales, pero son solo el esbozo de toda una infinidad de problemas reales. Alguno de nosotros puede sentirse identificado con esto y otros no, tenéis la libertad de manifestarlo. Dejaré para la próxima ocasión otros ejemplos y posibles soluciones, siendo consciente en todo momento de la envergadura del tema en cuestión.

Por último, y aludiendo a aquello que decía al principio, considero muy acertada la propuesta de aquella conferenciante que, con otras palabras, proponía la unión -yo diría simbiosis- entre la Filología y la Traducción. Aunque, antes de atreverme a decir esto, ya sé que existen muchos adversarios y detractores, he de decir que no se trata de una mera fusión, sino de un ir y venir de aportaciones beneficiosas y necesarias para ambas disciplinas.

Siempre serán bien recibidos comentarios y propuestas al respecto.

Un saludo,

Guadalupe Muñoz.-

Hypocrite lecteur,”mon semblable,”mon frí¨re!